martes, 21 de febrero de 2012

Capítulo 12

Cuando llegaron otra vez a la casa, seguían sin saber que decir. Sin saber que decir, y mucho menos qué hacer, como actuar.
A Juanjo se le veía relajado, pero a Anne...Anne estaba temblando, y lo notaba, le sudaban las manos, y sentía mucha calor en las mejillas.
Cada vez que Juanjo la miraba, bajaba la cabeza y sonreía tímidamente, sin saber si debía decir algo, o tal vez, solo por el miedo a que al hablar le temblase la voz y se notase lo nerviosa que estaba.
- ¿Te pasa algo? - Juanjo la estaba mirando mientras arqueaba una ceja, su cara resultaba simpática, y Anne rió al ver esa expresión - Oh, veo que ya estás mas relajada; Anne, estabas casi temblando, si te hubiese dado un vaso de agua te habría caído al suelo.
El chico le sonrió, pero no de cualquier forma, si no de esa, que hace que cuando tu cuerpo está completamente rígido, y sientas que si te dan un golpe en la espalda tus hombros se romperían como piedra, esa sonrisa consigue que todo tu cuerpo libere la tensión, que vuelva a ser humano, y no una estatua.
- Tienes razón, se nota que tengo que ensayar más la parte de las mentiras y el disimulo. Soy una actriz horrible.
Mientras se reían de ese graciosillo comentario, Juanjo se acercó a Anne, que estaba sentada en uno de los sillones. Se puso delante de ella y se agachó, de forma que su boca estaba muy cerca de la oreja de la chica, y le susurró.
- Anne, te secuestraría, pero si la policía me pillase, me enfrentaría a varios años de cárcel, y no estoy dispuesto a pasar sin verte tanto tiempo. No creo que pudiese aguantar.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de ella, esas palabras harían que hasta la mujer más insensible se dejase llevar, así que tragó saliva y contestó como pudo.
- Secuestra me.
Cuando lo dijo, miró a los ojos de Juanjo, esos preciosos ojos verdes la miraban. Luego miró a sus labios, y no hizo falta que dijese nada más.
Él se acercó y la besó. No fue un beso apasionado. Tampoco aburrido. No fue uno de eses empalagosos. No fue una guerra para demostrar quien deseaba más besar a quien. No fue un beso de pareja, ni de amigos. Tampoco fue de película.
Fue un beso de fugitivos.
Un secuestro durante unos minutos, en el cual la secuestrada estaba contenta de encontrarse en el lugar al cual su secuestrador la llevaba; a ese lugar al que solo puede llevarte una persona capaz de conseguir que el corazón se te salga del pecho con una mirada.
Anne, cuando notó que el beso terminaría, se recordó a si misma la frase de “Todo lo que empieza, acaba” y como realmente no quería que acabase, la transformó en un “Todo lo que empieza, es posible que se repita”.
Ese secuestro acabó en una sonrisa.
No hizo falta llamar a la policía, ya que el secuestrador había recibido el mayor de los rescates, un beso de fugitivos y la sonrisa de la chica de la cual estaba enamorado.

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